jueves, 23 de agosto de 2012

Repaso veraniego

Ah, el verano. Época de calores, fiestas, cambios en la rutina y, muchas veces más mal que bien, en el ritmo vital... Qué poquitas ganas estoy teniendo estos meses, no ya de escribir, sino de tan siquiera ver series, películas, o aproximarme a un nuevo libro. Pero hoy, aprovechando el descenso de temperaturas, y antes de que mi lista de entradas pendientes de publicar alcance las dos cifras, intentaré centrarme y hacer algo medianamente productivo (fuera del trabajo, se entiende).

Como decía, estoy en una época de bastante desgana, lo que implica mayores reparos al acercarme a una nueva serie, incluso en ocasiones a reencontrarme con viejos conocidos, razón por la que una docena de episodios de una propuesta tan ligera como White Collar descansan en mi disco duro. ¡Si este año apenas le he hecho caso a los tres dias de Expediente X! Así, casi todo lo que estoy viendo estas semanas son series ya empezadas, incluso favoreciendo revisionados sobre los nuevos episodios. Vamos, que cuando mejor lo he pasado ha sido al volver a ver las dos primeras temporadas de esa joya llamada Community. Y cada vez tengo más ganas de volver a los universos de Ángel, Firefly, El Ala Oeste o Urgencias.

Comencé Smash, y pese a que algunos la ponen muy bien y en líneas generales me gustan los musicales, y más aún las historias sobre las trastiendas de lo que ve el público (Las Vegas, Lou Grant, y todas las series de Aaron Sorkin entrarían en esta descripción), lo cierto es que ni fu ni fa. También comencé The Fades, demostrando que la "fantasía urbana británica" y yo estamos reñidos (ahí quedaron Hex, Demons, Bedlam o Being Human, también abandonadas), y una serie canadiense llamada La secta (The Cult), que salvo por un par de detalles no deja de ser la versión larga de un drama de telefilme.

Por contra, voy cerrando y avanzando en otros relatos, como estos:

- La tercera temporada de The Good Wife: sigue siendo una maravilla superior a la mayoría de lo que se emite actualmente, pese a no estar del todo a la altura de las dos temporadas anteriores. Mención especial al sorprendente cambio de ritmo del 3x10, con su particular "todos a las armas".

- Cougar Town: tragada (esta sí) toda su tercera temporada en dos semanas. Humor rápido, absurdo, autorreferencial, y de fácil digestión. Estupendo el mini-homenaje a Scrubs.

Friends: abandonada durante la séptima temporada cuando dejé de ver la tele (de hecho estoy viendo esa misma temporada, encontrándome episodios que recordaba y otros que no), dentro de poco terminarla dejará de ser una de mis asignaturas pendientes. ¿Qué decir de ella? Ya no me parece la maravilla que fue su momento, pero sigue siendo francamente divertida.

El mentalista: vaya final de temporada más sosainas, de verdad... y eso que la serie en sí ya lo es (uno de mis narcóticos favoritos), pero supongo que el final del año pasado nos malacostumbró.

- Harry's Law: divetida por momentos, pero les encuentro una falta de encanto (o de carisma) a sus personajes, quedándose apenas en una una sombra de lo que fue Boston Legal.

- Dos chicas sin blanca (2 Broke Girls): no sé qué tiene esta serie, que sin ser nada en especial, me gusta bastante. Y no es por alegrarme la vista con las protagonistas, que no me resultan especialmente atractivas. Quizás sea su tono a sitcom clásica, sin estridencias...

- Grimm: como la mayoría de esta lista, voy poquito a poco con ella (creo que ahora mismo llevo dos semanas sin ver un episodio), y todavía no ha dado el estirón que le pronostico, pero sigue apuntando maneras.

- The Middle: tengo sentimientos encontrados con esta serie. Me gusta, pero se me hacen largos los episodios. Algunos, de hecho, los he visto en dos partes, porque me da la sensación de que los episodios duran más de sus acostumbrados veinte minutos, y si bien cojo el siguiente episodio con ganas, hacia los quince minutos ya empieza a cansar.

- Torchwood: Miracle Day: la verdad es que quería escribir una entrada más extensa sobre esta serie, pero será en otro momento. ¿Decepción? Ninguna. Desde luego no me esperaba que la cuarta temporada del spin-off más adulto de Doctor Who, pese a su título, fuese otro milagro como lo fue su temporada anterior, la miniserie de 5 episodios bautizada como Children of Earth (si todavía no has visto, no sé a qué esperas... recomendable incluso sin ver las dos temporadas previas). Pese a la "americanización" de la serie, en parte también ha sido el mismo Torchwood de antes, una mezcla extraña, ni de aquí ni de allí, y que ha traído a la franquicia actores, directores y guionistas de obras tan diversas como A dos metros bajo tierra, Urgencias, Buffy, Ángel, Expediente X, House, Battlestar Galactica, The Shield,...

Claro que hay cosas que chirrían (¿pero acaso no lo hacían en las dos primeras temporadas?), y desde luego le sobra algo de metraje, pero el conjunto me ha dejado moderadamente satisfecho, apuntando por el camino interesantes conflictos éticos, un poco en la estela de la tercera temporada. Mi mayor queja es que este sí sea el final de la serie, mucho menos apropiado que el de Children of Earth.

Y dejo para el final el comentario más largo, que es para... (sin redobles, por favor)

- La Tapadera: Pues no acababa de decir que no había encontrado ninguna serie que me diese los chutes de adrenalina de 24, cuando esta serie me sorprendió con dos potentes episodios llenos de tensión y giros muy en la línea de la serie en tiempo real.

Esta historia, continuación de la película del mismo título que hará 20 años (ahí es nada) protagonizaron Tom Cruise, Gene Hackman, Sally Field..., es una de las series más díficiles de clasificar de los últimos años. Empezó como un procedimental judicial, con el caso de casa semana envuelto en la historia que abre y cierra cada episodio a través de flashforwards (¿o debería decir que la mayor parte de los episodios son flashbacks?). Los problemas de esta estructura aquí son varios: la diferencia de ritmo entre esas secuencias y el resto del episodio son abisales, la mayor parte de esos casos independientes eran un tostón apenas animado por lo que te pudiesen interesar los personajes, y tampoco ayuda la idea de meter tramas secundarias en el colegio al que asisten tanto la mujer como la hija del protagonista.

Ahora bien, cuando la conspiración pasa a un primer plano es cuando los guionistas demuestran su valía, regalándonos no sólo ese par de episodios que mencionaba, sino un puñado de buenas ideas, aunque en alguna ocasión nos tomen por tontos a los espectadores. Otro gran problema de la serie es uno que 24 por lo general supo manejar mucho mejor, reinventarse cuando le pegan dos tiros mortales a su trama principal y te quedas con cara de "¿Y ahora qué? Si se han cargado al malo y han desactivado todas las bombas..." en el capítulo 18, con media docena aún por delante; lo malo es que La Tapadera tras su final en falso decide volver al juzgado, pasando de los casos individuales (parece que eso sí lo aprendieron), pero quemando su potencial y perdiéndose nuevamente en terrenos en los que está mucho más versado David E. Kelley (como en la mencionada Harry's Law).

Para rematar, y aviso por si sois muy escrupulosos de que en este párrafo hay un ligero spoiler, resulta hiriente que, aún sabiendo su cancelación, la serie termina no ya de forma abierta, cosa hasta cierto punto perdonable, sino con un nuevo ramalazo de adrenalina, como riéndose de nosotros.

Una curiosidad al margen: poco antes de en La Tapadera, había visto a los actores que interpretan al hermano y a la mujer del protagonista (Callum Keith Rennie y Molly Parker) como matrimonio fracasado en Sullivan, un destacable policiaco canadiense al estilo del Doctor Jekyll.

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